Los Años de Exilio (1955-1973)

LOS LARGOS 18 AÑOS: EL COMIENZO DEL PEREGRINAJE:

Muchos le aconsejaron a Perón abrir los arsenales y entregarles armas a los obreros de la Confederación General del Trabajo. Pero el recuerdo de los luctuosos acontecimientos de junio y la amenaza de de la Marina de Guerra de bombardear la destilería de petróleo Eva Perón, fueron determinantes para que Perón se negara evitando así un derramamiento de sangre y el comienzo de una verdadera guerra civil.

Perón escribió: “Ante la amenaza de bombardeos a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes creo que nadie puede dejar de deponer otros intereses o presiones.”

Si bien no renunció formalmente, esta declaración fue de hecho la dimisión a su cargo.

A las 2 de la mañana del 20 de septiembre le pidió a su Secretario Privado Atilio Renzi que le preparara un equipaje para abandonar la Residencia Presidencial y a las 8 se dirigió a la embajada de Paraguay en la calle Viamonte 1851. Cuando habló con el Primer Secretario, el Embajador Juan R. Chaves, éste le sugirió que mejor que la embajada era su residencia particular y fue trasladado a la calle Virrey Loreto 2472 en Belgrano. Allí estaban el Dr. Cavagna Martínez, su esposa y el Capitán de Navío E. Noguera Islas que propuso que se alojara inmediatamente en la Cañonera Paraguay que estaba en una dársena de Puerto Nuevo porque sería más seguro.

“Buenos Aires era una laguna, el cielo, bajo y oscuro presionaba sobre los techos de las casas. No había en torno ningún signo de vida. […] En la entrada al puerto, la calle parecía interrumpida por una franja de agua…

Tratamos de pasar a mayor velocidad, pero se mojó el motor y el auto se detuvo. El chofer trató de ponerlo en marcha, pero no logró hacerlo andar.

Allí cerca estaba estacionado un colectivo vacío. En el volante había un muchacho adormecido. Bajé y le pedí que empujara nuestro automóvil. Me reconoció y me saludó alzando los brazos. Anduvimos un par de kilómetros por lo menos, remolcados por una correa. Este auto volvió a andar a la entrada del puerto. Tampoco allí había un alma. No se veía un metro más allá de la nariz. Solamente niebla y en la niebla algún destello de luces del puerto.

La Cañonera Paraguay estaba recostada sobre el dique A de Puerto Nuevo. Los marinos me esperaban formados en cubierta. Subí primero yo, seguido del Embajador, de Renner y de Cialceta. El comandante me recibió con los honores militares.”

Juan Domingo Perón en su libre "Del Poder al Exilio".

Perón quedó alojado en el Paraguay en donde fue recibido con honores como Presidente argentino, pero también como Ciudadano Honorario y General del Ejército paraguayo, honores con los que había sido distinguido.

El Capitán le cedió su camarote. El Mayor Renner llevaba algo de dinero con lo que Perón afrontaría su exilio.

El mismo 20 el Embajador Chaves fue al Ministerio del Ejército e informó personalmente al Gral. José Domingo Molina, Comandante en Jefe del Ejército que Perón estaba asilado bajo bandera paraguaya, aunque el gobierno argentino lo reconoció recién el día 23 cuando el Gral. Lonardi asumió el mando del gobierno.

El 24 de septiembre el canciller Mario Amadeo se apersonó a la cañonera y le comunicó que el gobierno le aseguraba toda clase de garantías.

Como había rumores de que a alguien se le podía ocurrir bombardear la cañonera, se le aconsejó el traslado a Paraguay. El 25 de septiembre salieron a la rada para ser pasado a la Cañonera Humaitá, fuera de las aguas jurisdiccionales argentinas. Pero ante la idea de ese viaje a lo largo del Paraná y la presión que ejercía el gobierno argentino, finalmente fue trasladado en hidroavión. Y así, con el hidroavión Catalina PBY-T 29, al mando del piloto personal de Alfredo Stroessner, el Comandante Leo Nowak, llegó Perón el 3 de octubre de 1955 a las 17.45 al Aeródromo Militar de Nu Guazú.

Por razones de estricta seguridad Perón no aterrizó directamente en Asunción. Se alojo en la casa del empresario argentino Ricardo Gayol y ni bien se instaló fue a visitar al Presidente Stroessner a su casa particular.

En Asunción había una multitud de periodistas que querían tener la exclusiva de Perón. Un día recibió a la prensa y terminó respondiéndole a un corresponsal extranjero que le preguntaba qué iba a hacer para volver: “Nada. Todo lo harán mis enemigos.”

Finalmente, debido a la presión que ejercía el gobierno argentino sobre el paraguayo, el mismo Stroessner le propuso el traslado a Villarrica a 150 km. de Asunción. Allí se instaló Perón, pero no duraría poco su estadía en la estancia de Rigoberto Caballero. A los pocos días, el 1 de noviembre, lo fueron a buscar dos militares para llevarlo a la casa del Presidente en Asunción en donde Stroessner le comunicó que, para su seguridad, sería mejor que dejara Paraguay. De modo que el Día de Todos los Santos Perón se encontraba nuevamente en el aeropuerto militar de Ñu Guazú para viajar junto con Radeglia rumbo a un destino desconocido.

EN TIERRA GUARANÍ

Inmediatamente después del 16 de septiembre la campaña de desprestigio de Perón y de Eva Perón se agudizó. Un tribunal militar argentino le había prohibido a Perón el uso grado y del uniforme. El 17 de octubre volvió a ser laborable.

Después del 1 de noviembre cuando Stroessner le comunicó que no podía seguir, por su propio bien, en Paraguay, le otorgó un salvoconducto y puso a su disposición el avión presidencial.

El 2 de noviembre Perón estaba otra vez en el Aeropuerto Militar de Ña Guazú, pero esta vez para irse. Estando en Asunción había recibido un telegrama de Anastasio Somoza Debayle comunicándole que lo esperaba en Managua para compartir con él todos sus bienes.

En el avión presidencial a cargo de nuevo del piloto Leo Nowak despegó rumbo a Centroamérica.

POR LOS AIRES:

Cuando llegaron al Aeropuerto El Galeão de Río de Janeiro, con la excusa de un desperfecto, tuvieron que dormir en el avión que era territorio paraguayo. Estando allí se enteró de que Somoza le mandaba comunicar que, por problemas internos en su país, no podía recibirlo. De El Galeão partieron para San Salvador de Bahía en donde también hubo una parada en donde Perón fue entrevistado por un aluvión de periodistas.

De ahí partieron hacia Caracas adonde llegó el 5 de noviembre y estuvo temporariamente alojado en el hotel Tamanaco. Ya habían llegados algunos argentinos que se acercaron a él.

Recibido por el Presidente Marcos Pérez Jiménez en el Palacio de Miraflores, Perón le pidió protección para sus compatriotas.

EN EL CANAL:


De ahí partieron hacia Managua con escala en Panamá. El domingo 6 llegaron al Aeropuerto Internacional de Tocumén en Paraná. Allí Perón tenía muchos amigos, entre ellos su embajador Carlos Pascali. Se alojó inicialmente en el Hotel El Panamá.

El Presidente Ricardo Arias lo recibió y le dio una buena acogida y le ofreció que se quedara ya que en su país Perón era realmente popular. Pero le sugirió el traslado a Colón, a orillas del Canal. Allí fue y allí se instaló en el Hotel Washington. Ése el punto final del viaje en el avión presidencial paraguay y la despedida de Leo Nowak, el piloto personal de Stroessner, y de toda la tripulación del avión con quienes habían compartido aventuras y desventuras.

El Hotel Washington le permite a Perón volver a su rutina cotidiana con horarios que, como buen militar, seguía a raja tabla desde las épocas de cadete. Allí se dedicó a escribir La fuerza es el derecho de las bestias.

También solía reunirse con algunos compatriotas que lo acompañaron, Pascali, entre otros en donde se compartía la información sobre Argentina y se debatía sobre la política internacional. Estando en Colón empezó contactarse con John William Cooke, el diputado más joven del peronismo, que terminó siendo su primer representante.

Para Navidad se trasladó a la ciudad de Panamá y allí fue llevado a ver un espectáculo de folklore argentino. Perón invitó a los artistas al recreo de Parra en Mar Chiquita a cenar.

Perón les prometió volver a verlos antes de que iniciaran la gira y volvió a Panamá. El Ballet Herald -como se llamaba- interpretaba bailes folklóricos argentinos y de otros países hispanoamericanos.

Terminada la función, los artistas fueron a saludar y allí se acercó María Estela Martínez, conocida como Isabelita , que le relató una anécdota de cuando lo había visto en una oportunidad en San Vicente y su madre le había hecho saludar al Presidente Perón.

En febrero de 1956 le solicitaron a Perón que abandonar no sólo el Hotel Washington sino también Panamá porque se iba a realizar una reunión de presidentes americanos.

El 20 de julio salió del Aeropuerto de Tocomén para Managua. En Nicaragua lo recibió Tacho Somoza que lo hospedó en la Casa Presidencial en donde le habían preparado las Hotel e incluso una oficina. Pero estuvo sólo ocho días. El 28 volvió a Colón en donde se enteró de que podría ser extraditado a Argentina.

El 8 de agosto partió para Caracas invitado por el Presidente Marcos Pérez Jiménez. En Caracas tomó contacto con Jorge Antonio, establecido allí después de su fuga de la cárcel de Ushuaia a Chile.

En Caracas se reunía con John William Cooke, José Alonso, Serú García, Sevillano, Jorge Gianolla, Madariaga, Ramón Saadi, Ángel Borlenghi, el Dr. Hipólito Jesús Paz, Américo Barrios y Guillermo Patricio Kelly que había llegado a Caracas luego de la espectacular fuga de la cárcel de Ushuaia que había protagonizado con Héctor J. Cámpora y Jorge Antonio, los tres disfrazados de mujer

Y fue en Caracas en donde Perón se encontró varias veces con Rogelio Frigerio, el enviado de Arturo Frondizi.

La situación política del régimen de Marcos Pérez Jiménez estaba en plena efervescencia. A principios de 1957 todo se agravó.

Perón se refugió en la Embajada de la República Domicana junto con Isabelita, Américo Barrios y John William Cooke adonde luego acudirían Roberto Galán, Enrique Oliva, Ramón Londajo y Guillermo Patricio Kelly.

El 28 partieron hacia Ciudad Trujillo con el Embajador dominicano en Venezuela.

EL ÚLTIMO REFUGIO AMERICANO:

Llegado a Ciudad Trujillo, Perón se reencontró con el Presidente Rafael Leónidas Trujillo. Se aloja primero en el Hotel Jaragua y después en el Hotel Pazque se convirtió en una especie de cenáculo peronista.

Allí se encontraba como en su casa y allí se empezó a dedicar a hacer política. Allí hizo cerró el Pacto con Rogelio Frigerio para dar el apoyo de los votos peronistas a la candidatura de Arturo Frondizi para las elecciones presidenciales de 1958.

Finalmente la situación dominicana también empeoró y el 26 de enero de 1960 Perón estaba otra vez en un avión. Esta vez con destino a España. Por razones de seguridad se dijo que arribaría a Sevilla, pero, en realidad, lo hizo en Madrid en donde pasaría los próximos trece años.

UN EXILIO EN MOVIMIENTO: SU ESTADÍA EN LA QUINTA 17 DE OCTUBRE, EN PUERTA DE HIERRO, MADRID:

Desde la llegada de Perón a España y especialmente desde que se instaló en Puerta de hierro, la actividad de Perón como conductor y referente fue múltiple y constante.

Si bien la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados sancionada el 28 julio de 1951 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y puesta en vigor el 22 de abril de 1954 implica la abstención de actividades partidarias, el Generalísimo Francisco Franco hizo la vista gorda ante las idas y venidas a la Quinta 17 de octubre del barrio de Puerta de Hierro.

La situación argentina era cambiante y rica tanto en el poder como en la Resistencia

El gobierno militar había iniciado 102 procesos penales contra Perón. Sin embargo, éste seguía el curso de su vida escribiendo, debatiendo, recibiendo argentinos en Madrid.

Después del frustrado intento de retorno al país en 1964 Perón vuelve a Madrid y encara una vida intensa tanto a nivel de encuentros con personalidades como enviando sus famosas cintas grabadas con instrucciones que eran escuchadas en los grabadores Geloso en forma clandestina por toda la militancia de esos tiempos.

En 1966 John William Cooke fue a La Habana para la Asamblea de delegados de Asia, África y América Latina. Fue un hecho de trascendencia que marcaría algunas tendencias del peronismo de esa década y la siguiente.

Perón seguía recibiendo compañeros y emisarios y aprovechaba el exilio para seguir informado, seguir actualizado y seguir escribiendo.  Ya tenía publicados La comunidad organizada, La doctrina peronista y Conducción política.

Por otro lado seguía tratando de conciliar a los sectores del peronismo que, si bien seguían bajo su conducción, estaban distanciados entre sí.

Mientras tanto en el país Arturo Illia, que había sido elegido por el radicalismo con la proscripción del peronismo, era derrocado por el golpe de estado que había tenido como conductor al General Juan Carlos Onganía que pretendía mantener su mandato durante treinta años. Sin embargo, Onganía, Presidente de facto -apodado La morsa por sus bigotes- tuvo que renunciar el 8 de junio de 1970 con todo su gabinete ante las insurrecciones como el Cordobazo. Su sucesor fue el Gral. Roberto Marcelo Levingston que tuvo que venir del exterior a asumir la Presidencia también de facto en una Argentina realmente caldeada.

Ante la actividad de los distintos sectores del peronismo, Perón decidió tener una política amplia y afianzar la idea de movimiento frente a la de partido.

En las Instrucciones a Isabelita postuló la necesidad de un método que contuviera un programa y un sistema racional para su concreción con actividades permanentes y diarias para cumplir con “una misión: la unión solidaridad de todos los peronistas”.

Para esto era necesaria primero la institucionalización del Movimiento cuyo partido estaba desmantelado de hecho. En segundo lugar lo que Perón denominó transvasamiento generacional: el relevo de una generación política por otra mediante el recambio de los dirigentes de conducción y de encuadramiento que permitiera la renovación de dirigentes y, por medio de escuelas de formación política, fuera integrando a la juventud de donde saldrían los futuros dirigentes del peronismo.

Para concretar la acción peronista era necesaria la organización de la conducción. Perón indicaba las diversas formas de ejecución política según las circunstancias y la necesidad de establecer una conducta a seguir. Todo esto mechada con su filosofía adquirida en la lectura de los clásicos como en su conocimiento del Martín Fierro y de la propia experiencia.

Las cárceles estaban llenas de presos políticos que habían optado por la violencia ante la violencia. El 22 de agosto de 1972 se produjo el motín de los presos de Trelew que fueron cobardemente masacrados.

El 3 de septiembre de 1972 el cadáver de Evita, que estuviera secuestrado, vejado, enterrado bajo otra identidad, fue transportado desde Italia y le fue entregado en la Quinta 17 de octubre de Puerta de Hierro.

El 8 de octubre hubo un intento de asonada militar en Azul y Olavarría. El mayor Vicente le informó a Perón que más que de él, Paladino parecía más delegado de Alejandro Agustín Lanusse, el Presidente de facto que había reemplazado a Levingston cuando pretendió relevarlo y terminó por renunciar el 22 de marzo de 1971.

Mientras tanto, el 8 de julio de 1972 Perón le había dado instrucciones a su Delegado personal -término que suena raro, pero que se imponía ante la imposibilidad de su presencia en el país-, Jorge Daniel Paladino, para que leyera un mensaje suyo afirmando que estaba dispuesto a volver con la única consigna de poner su “experiencia para lograr una verdadera solución y no para prestarme inocentemente a un emparchado que a la larga pueda resultar un remedio peor que la enfermedad”· El 3 de noviembre Perón lo reemplazó por el Dr. Héctor José Cámpora. Este reemplazo fue algo muy significativo ya que se profundizaban las diferencias entre el peronismo negociador y el combativo ya que a Cámpora se lo asociaba a estos últimos.

Ante la situación insostenible el Gral. Lanusse convocó a elecciones presidenciales para el 11 de marzo de 1973.

Lanusse había enviado al Cnel. Cornicelli para llegar a un acuerdo con Perón, aunque no se resolvió nada. Se impuso una condición: los candidatos tenían que tener residencia en el país. Así Perón quedaba proscripto.

Los militares apostaron al Gran Acuerdo Nacional(G.A.N) con Ezequiel Martínez como cabeza de lista y con la consigna: “Ezequiel Martínez, el Presidente joven”.

Lanusse chuceó a Perón y en una oportunidad dice: “A Perón no le da el cuero para venir”.

Como respuesta espontánea aparecieron las pintadas con la leyenda “Le dá” y al lado un cuero dibujado.

Perón volvió a la República el 17 de noviembre de 1972 y llegó a Ezeiza adonde lo va a buscar una multitud enfervorizada no sin correr riesgos de vida. Esa fecha se honrará como el Día del Militante.

Perón se instala en Gaspar Campos y luego de entrevistarse con muchos peronistas y otros políticos, entre ellos, Ricardo Balbín, vuelve a Puerta de Hierro.

El 11 de marzo de 1973 se impone la fórmula Cámpora-Solano Lima con la consigna "Cámpora al gobierno, Perón al poder".

Éste sería el principio del fin de dieciocho años de exilio.
Fuente: Partido Justicialista - Provincia de Buenos Aires.


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